Publicado por Todo en Domingo.
Qué pasaría si Carreño
volviera al futuro?
No existían los teléfonos celulares, las areperas, los correos electrónicos o la serie de televisión Jackass. En 1854, sin embargo, el padre de la pianista Teresa Carreño estableció las que siguen siendo consideradas normas elementales de la conducta en sociedad gracias a su Manual de urbanidad y buenas maneras. Un panel de especialistas traza para Todo en Domingo un código actualizado de civilidad, que incluiría deferencias como no colocar el casco de motorizado en la mesa de la comida
ALEXIS CORREIA alexiscorreia@gmail.com ILUSTRACIONES EDDYMIR BRICEÑO
"En estos tiempos de individualismo fanático, todo lo que le lleve la contraria es buena educación; por lo tanto, no se tolera abofetear a los demás con un iPod en los oídos en cualquier reunión colectiva", acota el periodista de espectáculos y sociales Igor Molina. "El iPod transmite el mensaje: `Yo me aíslo, estoy en mi mundo y ustedes no me interesan’.
¿Entonces qué haces en un sitio al que se va a compartir?", agrega Molina como introducción al dilatado capítulo de la civilidad relacionada con las nuevas tecnologías.
Giselle Reyes recomienda agregar siempre a toda persona que nos pida invitación en nuestro Messenger, pues lo contrario sería muy descortés. "Siempre te quedará luego la opción de no admitirlo o hasta eliminarlo de la lista de contactos". Kristina Wetter, conductora del programa En Casa de Kristina, opina que es de mal gusto poner caritas sonrientes y otros emoticons en correos electrónicos que no sean estrictamente personales, así como abusar de la laptop en reuniones de trabajo: "Es preferible tomar apuntes con una libreta", indica. Sin embargo, Rafael Oliveros, organizador de eventos no considera impropio que los celulares estallen con
ringtones ridículos al estilo de ¡Amarillo, amarillo! ¡Plátano,
plátano! El experto en organización de eventos sociales explica: "En general, es de mal gusto pensar que lo que nos gusta es lo bueno. En tiempos de tanta diversidad cultural como los actuales, el buen gusto usa el nombre de la tolerancia".
En lo que todos los consultados coinciden es en el horror a las cadenas de correos o forwards. "Es realmente terrible que alguien a quien le hayas mandado un correo de trabajo con un presupuesto, te responda poco después con una cadena que dice `Dios está en ti’. Implica un abuso a la privacidad", asevera Oliveros. "Los forwards son una vulgaridad soberana que manda la gente ociosa. Y no es de buena educación estar ocioso", agrega el fablistán Molina.
"Me parece fabuloso que te escriba un amigo que está en París o Nueva York, pero que te manden un virus o una cosa chocante de política es un espanto. Además, no tengo tiempo para eso", se horroriza Aura Marina Hernández, dama de sociedad, relacionista pública y guía de moda.
Otras recomendaciones generales: guardar la debida ortografía en los chats y mensajes de texto y escapar de abreviaturas como "yámame"; no escribir en mayúscula (en lenguaje cibernético, equivale a gritar); evitar los correos electrónicos personales excesivamente ridículos, sobre todo si tendrán uso laboral o académico (ejemplo: lamamadeloshelados@hotmail.com); no hablar con manos libres en un supermer
cado; no dejar que se llene la bandeja de entrada del e-mail; responder todos los correos electrónicos y SMS, al menos con un par de palabras; y avisar al otro interlocutor del teléfono que la llamada se colocará en speaker. "Y por favor, apagar el celular en los velorios", ruega Igor Molina.
DESAYUNAR EN LA CAMA? NUNCA!
"Las jovencitas, cuyo corazón ha nacido para hacer la felicidad de los hombres, sólo deben buscar aquellos atractivos que se hermanan con el pudor y la inocencia", indica el artículo 22 del capítulo "Deberes para con nosotros mismos" del Manual de urbanidad y buenas maneras ,publicado por entregas entre 1853 y 1854 bajo la autoría de Manuel Antonio Carreño: nacido en Caracas en 1813, fallecido en París en 1874 y uno de los venezolanos más versátiles y sorpresivos del siglo XIX. El padre de la afamada pianista Teresa Carreño escribió más de 500 ejercicios para piano, y sin haber adquirido una educación académica formal, llegó a desempeñarse como canciller y ministro de Hacienda, además de ser músico, docente, político, periodista, fundador del liceo Juan Germán Roscio, traductor y empresario de espectáculos (manejó la carrera de su hija como niña prodigio de las 88 teclas). Más que un simple código de normas sobre modales, el Manual de urbanidad y buenas maneras fue concebido por su autor como parte de un proyecto de formación ciudadana que abarca deberes con Dios y con la patria. Algunas de sus prescripciones: · "La moral, la decencia y la salud misma nos prescriben dormir con algún vestido. Horrible es el espectáculo de una persona que, por cualquier accidente ocurrido en medio de la noche, llega a aparecer enteramente descubierta".
· "No está permitido a un hombre el permanecer en su casa sin corbata, en mangas de camisa, sin medias ni con los pies mal calzados".
· "Una persona culta y de buenos principios jamás se ocupa en hablar mal de nadie".
· "Los saltos y demás demostraciones de alegría y entusiasmo son enteramente características de las personas vulgares y mal educadas".
· "No manifestemos nunca a una persona la semejanza física que encontremos entre ella y otra persona, aun cuando creamos lisonjearla".
· "No está admitido nombrar en sociedad los diferentes miembros o lugares del cuerpo, con excepción de aquellos que nunca están cubiertos.
Podemos, no obstante, nombrar los pies, pero de ninguna manera una parte de ellos: por ejemplo, las uñas, los dedos o los talones".
· "Es intolerable la costumbre de hablar siempre en términos chistosos o de burla, y más intolerable todavía la conducta de quienes se esfuerzan en ser graciosos".
· "Cuidémonos de no emplear jamás aquellas interjecciones que la buena sociedad tiene proscritas, como caramba, diablo y demonio".
· "El ronquido no es un movimiento natural que no pueda evitarse, sino un mal hábito que revela siempre una educación descuidada".
· "El hombre fino y delicado no pone jamás la boca en contacto con otros cuerpos que aquellos que sirven a satisfacer las necesidades de la vida".
· "Tan sólo los enfermos deben tomar el desayuno en la cama".
· "No nos permitamos nunca expresar en sociedad ninguna idea poco decorosa".
· "De ninguna manera llamemos jamás a una persona que veamos en la calle".
· "La costumbre de levantarse en la noche a satisfacer necesidades corporales es altamente reprobable".
· "No brindemos a nadie comida que hayamos tenido en nuestras manos, con excepción de las frutas, cuya corteza las defiende de todo contacto".
· "La mujer que escupe eclipsa su belleza".
LOS DEBERES EN LA MESA... DE UN MCDONALD ’ S
"Si me corresponde ir con un amigo a un McDonald’s, él es quien trae la bandeja, la coloca en el centro de la mesa y me da opción de tomar primero las papitas y demás cosas que yo pedí. Ya ahí existe una etiqueta", revela Alida Rodríguez, profesora de protocolo del Instituto Culinario de Caracas y del Centro de Estudios Gastronómicos. "Si el lugar es ventoso, la servilleta se sitúa a la derecha y aguantada por un peso. Es muy feo meter la servilleta usada dentro del vaso de refresco o del helado.
Tampoco se pone la cucharilla en la taza vacía de café, sino en el plato. No se debe sorber con el pitillo cuando el líquido ya se ha acabado. Lo importante en toda mesa, sea de un gran banquete social o de una cadena de comida rápida, es mantener un orden en tu área y no rodar los elementos de un lado a otro", explica Rodríguez, que agrega: "Al pedir la cuenta, nunca se llama al mesonero aplaudiendo. Se debe establecer contacto visual con él y hacerle un gesto sutil con el dedo".
Objetos que nunca –jamás– deben colocarse en la mesa de la comida: el teléfono celular y las llaves del carro. A Rafael Oliveros le ha tocado presenciar un ejemplo más extremo: "Mucha gente ahora se transporta en moto, y cuando llegan, ponen el casco sudado sobre la mesa, lo que resulta no poco antihigiénico". Quitarse los zapatos, aunque el mantel sea muy largo, tampoco es apropiado, al igual que arrancarse la corbata, según Giselle Reyes: "Y las damas a quienes les gusta la cerveza, que no es mi caso, no deben tomarla pico de botella, excepto en una pollera. Esa bebida tiene sus jarrones o vasos".
Y el celular, de nuevo el celular: "Si has creado un ambiente para compartir alimento en una mesa con otras personas, lo mínimo que debes hacer es apagar el teléfono o colocarlo junto a tu cuerpo en modalidad de vibrador. Mucha gente quiere lucir el aparato nuevo que se compró, pero sólo se debe tener encendido por urgencia de trabajo. Si te llaman en plena comida, levántate de la mesa y retírate. Y nunca, nunca le digas al que te llama: `Llámame después, estoy comiendo’. Basta con un `No te puedo atender ahora", advierte Alida Rodríguez. Aura Marina Hernández señala como cosa de fin de mundo: "Me muero cuando veo en una mesa de restaurante a un hombre pegado al celular y enfrente a una mujer instalada también con el teléfono.
Eso es patético, no queda otra palabra".
El sushi causa división. Rodríguez no considera una falta grave tomarlo con la mano como un canapé, pero Giselle Reyes opina que los palitos son obligatorios. Por cierto, los palitos chinos son el único cubierto (al igual que la cucharita de helado de McDonald’s) que se acepta colocar sobre una servilleta, según la profesora de etiqueta y protocolo, quien coloca otro tip: "Se puede comer pollo con la mano y no faltar a la etiqueta; en este tipo de comidas se acostumbra presentar toallas absorbentes con cierta fragancia al terminar el plato". Reyes asegura conocer "a una amiga que parte la arepa con cubiertos, lo que es horrible. En mi caso, considero de mal gusto preparar o comer una arepa excesivamente cargada. Yo lo que hago es sacar el exceso de carne mechada u otro relleno con los cubiertos, y luego lo como del plato".
Enviar una copa de champaña a una dama a la que queremos conocer: costumbre condenada a muerte por la inseguridad de Caracas, según Giselle Reyes. "Yo lo acepto, pero no lo tomo. Debido al problema de la burundanga, jamás beberé de algo que me manda un desconocido".
Un mal episodio y cómo lo superaron
Alida Rodríguez (profesora de etiqueta y protocolo):
"En Caracas no se le suele hacer caso a la luz roja. Me dirigía al Instituto Culinario de Caracas, pasé el rayado viendo el semáforo y un automóvil se me iba a echar encima. Como estaba lloviznando, tenía el paraguas abierto y se lo puse enfrente para que no me atropellara. Modestia aparte, me salió un gesto genial y con estilo de esgrimista".
Giselle Reyes (profesora de pasarela del Miss Venezuela): "Debido a mi trabajo, mucha gente me saluda y me dice que nos conocemos, pero yo no la recuerdo. Creo que en esos casos es mejor ser sincera, antes que ponerse a forzar la memoria, lo que nos haría distraernos todavía más ante la persona que nos habla. Así que recomiendo decir: `Sé que te conozco, pero no logro acordarme de dónde. Por favor, ayúdame a hacerlo".
Kristina Wetter (Conductora del programa En casa de Kristina):
"En otros países es facilísimo meter la pata y pasar por maleducado. A mí me pasó en Argentina cuando me invitó Mario Pergolini a su programa de televisión. Se me ocurrió llevarle de regalo una `cachucha’ del canal donde yo trabajaba. ¡Lo que no sabía es que en Argentina `cachucha’ es una palabra muy fea! No te quiero contar la pena. La gente del público trataba de explicarme y me hacía señas para que me callara. Yo no entendía nada y seguía como una gafota con mi cachucha en la mano y preguntando: `¿Es que acaso no te gusta?’ Cuando me di cuenta de lo que estaba pasando, preferí hacerme la gafa y seguir adelante con fingida ingenuidad. Del programa salimos directo a comer. No te quiero contar la audiencia que tiene ese señor. Todo el mundo me había visto con mi cara de gafa y mi cachucha en el programa. Unos se mostraron solidarios conmigo, otros me felicitaron por el supuesto desenfado y hasta flores me regalaron en la calle. Juro que era absoluta ingenuidad. Pero todo se arregla con una sonrisa".
CONSIDERACIONES GENERALES
"Una Hummer está bien para ir a rustiquear en la montaña, pero a mi juicio es un vehículo que resulta agresivo en un entorno urbano y mucho más en una ocasión de gala", propone Rafael Oliveros sin demasiado optimismo de que será escuchado. "Hay gente aquí que descubrió que existen las cornetas en los carros y que cree que el tráfico va a mejorar si estás ahí dándole: bip, bip, bip. Dos o tres segundos que ganes en una cola no cambiarán tu vida, pero le puedes arruinar la tarde a otra persona con el estrés. Y si eres un caballerito, nunca le toques la corneta para que baje de su apartamento a una quinceañera que tiene papá y mamá. La música alta en carros es horrorosa", opina el organizador de bodas, fiestas de quinceañeras, desfiles y otros eventos. "¿El tráfico de Caracas? Ya decidí dejar pasar a todos primero y no me pongo brava. Es la mejor manera de estar feliz, aunque llegue un poco tarde", consiente Kristina Wetter.
"La puntualidad en una ciudad así es relativa. Pero es importante que, si organizas un evento, separes la hora del evento en sí del servicio de comida y bebida, con un margen de tiempo de al menos media hora. La persona nunca debe llegar agitada a una gala. Y hay una norma general que no pierde vigencia: la dama siempre puede llegar 10 minutos tarde", recomienda Rodríguez. "Y por Dios: hay que confirmar siempre si se asistirá o no al recibir una invitación. Es una norma elemental que pocos cumplen, muchas veces por pena de decir que no podemos ir", dice Oliveros.
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