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viernes, 11 de enero de 2008

El Palmar: Tradición y vanguardia en un solo lugar



Publicado por Sala de Espera

Dragones y aves fénix, guerreros, la cálida madera y el cabalístico rojo mantienen viva la esencia de China en el corazón de Bello Monte | Mariemma Ramos Nava | urbanoyactual@gmail.com

Heredero del nombre de un antiguo negocio, este local cumplió más de medio siglo en manos de una misma familia. De hecho fue uno de los primeros restaurantes de Caracas dedicados a vender exclusivamente comida china, y no en tarantines del centro y ventas ambulantes como ocurría en aquella época, cuenta hoy su gerente y heredero, Henry Moy, un venezolano perteneciente a la tercera generación de una familia china dedicada a la gastronomía.

La historia comenzó gracias a su abuelo materno, Lu Hung, un famoso cocinero de televisión en plena época del comunismo y uno de sus discípulos, Yen Moy, el que años más tarde sería su abuelo paterno. El aprendiz, huyendo de la situación en su país, llegó como otro de los cientos de inmigrantes, a un puerto de Maracaibo. La permanencia de estadounidenses en esa zona llevaron a Moy a montar su primer restaurante, Los Farolitos, ubicado frente a las pujantes empresas petroleras. Allí comenzó a cocinar comida china-americana, popularizada en los barrios chinos de San Francisco (EEUU). Dos años más tarde y con una fórmula que funcionaba decidió probar suerte en la capital, y encontró el punto preciso para “atacar” a los americanos que hacían vida en el extinto Sears.

El secreto “confeso” de la familia para mantenerse vigentes ha sido la innovación. Apenas recibieron los primeros frutos del arduo trabajo, invirtieron ese dinero en hacer viajes a las lejanas tierras de oriente para estudiar los avances de la gastronomía, en la búsqueda de ideas para aplicarlas en el negocio. Alfonso Moy, hijo del fundador, para los años 70 ya había tomado las riendas. Trajo el pato Pekín, en ese entonces importaban los patos de Nueva York, hoy tienen criadero propio; la sopa Mongolesa, una especie de fondue de mariscos, pescados, carne, pollo, cuajada de soya y tallarines que se come con diferentes salsas; entre otros manjares.

Henry, el niñito que enloquecía a su madre recorriendo a triciclo cada rincón del local, estudió finanzas en Nueva York, donde era corredor de bolsa para Merrill Lynch. Era todo un yuppie, amante de la tecnología y del “american lifestyle”. Tras recibir el llamado de su padre regresa a su Venezuela natal para encargarse del negocio. Quizás le tocaron los años más duros, económicamente hablando, devaluación, control de cambio, competencia…sin embargo, ambos cabecillas idearon la manera de seguir con su fórmula y traer los productos que no se conseguían en el país “maleteados”. Fue así como importaron sus “salsas secretas”, la exitosa comida Shangai-comida crujiente-los langostinos con crema blanca y nueces, las preparaciones con mero.

Hoy condensan en una sola carta más de 200 platos que incluyen recetas de Tailandia, Malasia, y Singapur, transformando su oferta en comida panasiática.

Vanguardia
Henry viaja con frecuencia a Nueva York, la capital gastronómica del mundo a su juicio, va menos a China. Tal y como aprendió busca recetas para un público cada vez más ávido y atrevido. Recorre acucioso cada uno de los mercados ubicados en el famoso barrio chino de la “gran manzana”. Habla con sus paisanos, algunos hijos de los hijos de los alumnos de su abuelo materno. Prueba, mezcla y se arriesga. Sueña…sus planes a mediano plazo incluyen abrir un nuevo Palmar en el este de la ciudad, tres locales de comida rápida en centros comerciales y una propuesta mucho más gourmet.

Interrogado sobre su intención de permanecer en el país responde “Si voy a Hong Kong la gente sabe que no soy de allá, somos como un cambur, amarillo por fuera y blanco por dentro. Y aunque nosotros no tenemos identificación, somos extranjeros aquí y extranjeros allá, porque por más venezolano que soy si me ven en la calle me dicen chino y estoy orgulloso de serlo, este es mi país y no me pienso ir de acá. Si lo hago es para crecer en este negocio…estar en El Palmar siempre ha sido estar como en casa”, confiesa.

Antes de finalizar la entrevista Henry aconseja “atreverse”. Medio siglo después, muchos venezolanos siguen comiendo el mismo y tradicional menú: arroz frito, lumpias, shopsuey y costillitas. Pero en el cambio está la evolución, por ello recomienda probar el lechón asado, preparación que se hace en la famosa caja china; el plato Emperador, con langostinos y nueces; el mero dos sabores (Ying&Yang); el pollo crujiente con salsa de limón; o unos calamares rellenos con vegetales y salsa Szechuan.

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