lunes, 11 de febrero de 2008
Arturo Uslar Pietri: El país detrás del hombre.
Publicado por: TAL CUAL
Hace un siglo nació uno de los más insignes humanistas de habla hispana. La literatura, la educación, la política y el periodismo, entre tantos oficios, inmortalizaron a este venezolano que supo interpretar al mundo
Patricia Clarembaux
Tras la mirada de aquellos grandes cristales quedaban enmarcados sus ojos aguarapados. Las marcas de su rostro pesaban más que sus años, noventa y cinco. A los veinticinco ya era novelista; a los treinta, ministro; a los treinta y cuatro candidato presidencial; a los noventa y cinco quedó inmortalizado como el “Goethe Tropical”. El tiempo pasó por él y en su obra, la vida misma. Caminaba pausado, pero sus pensamientos corrían más rápido que el presente. Arturo Úslar Pietri era un político, un escritor, un periodista y un visionario.
De raíces militares e intelectuales por demás. Un bisabuelo coronel, Juan Úslar, quien vino a Venezuela en 1818. Un abuelo, Federico Úslar, soldado en las “lamentables” luchas de la Federación, como el mismo Arturo Úslar Pietri las catalogaba. Por el lado materno, Juan Pietri, hombre de tesón cuyo nervio, espíritu e intelecto constituyeron la “Revolución Legalista” de 1892. Su padre, Arturo Úslar Santamaría ya se apostaba en las filas de la Escuela Militar con apenas 18 años.
Escritor de vida
La fluidez de las letras había nacido con él. De su origen, historias y sangre corrían en las páginas escritas por Arturo Úslar Pietri. La narrativa, la poesía o el teatro. Cualquiera se le daba. Por algo Mario Vargas Llosa lo consideraba como el hombre que “abrió las puertas a lo que sería el reconocimiento de la novela latinoamericana en el mundo”.
Su pluma conminó la creación de innumerables obras. Con la crisis previa a la Primera Guerra Mundial, surge la vanguardia literaria, y Úslar Pietri figura como uno de sus abanderados con su primer libro de cuentos Barrabás y otros relatos, dando inicio a esta corriente en la prosa narrativa de Venezuela.
En 1929, a los 23 años, inicia una gira cultural por Francia, Bélgica, Inglaterra, Suiza, España, Italia, Marruecos, Egipto, Palestina, Siria y El Líbano. En París madura nuevas formas narrativas producto de las corrientes surrealistas de la época. Dos años más tarde se consagra como novelista con Las Lanzas Coloradas. A ésta, su primera novela, le siguió El camino del Dorado (1947), Oficio de difuntos (1976) donde, entre historia y ficción, refleja la imagen histórico-política de Juan Vicente Gómez; La isla de Robinson (1981) y La visita en el tiempo, con la que obtuvo el Premio Príncipe de Asturias.
Los cuentos fueron también letra fértil de Úslar Pietri. Para 1934 escribe uno de los más notables de su producción: Lluvia. A éste, le siguieron historias como Red (1936) y Treinta Hombres y sus Sombras (1949).
Del ensayo también tiene muchas páginas que contar. Hombres y Letras de Venezuela (con el que obtuvo el Premio Nacional de Literatura), Las Nubes (1952), Apuntes para retratos (1952), Tierra Venezolana (1953), En busca del Nuevo Mundo (1969), Veinticinco Ensayos (1974) y La Otra América (1974).
Otras de sus obras fueron: Breve Historia de la Novela Hispanoamericana (1955) y Pizarrón. Para 1962 reúne su dramaturgia en Teatro, volumen que incluye cuatro piezas: El día de Antero Alban, La Tebaida, La Fuga de Miranda y El dios invisible. En 1973 publica su único libro de poesías conocido: Manos, dedicado a su esposa Isabel Bravo. En 1975 edita El Globo de Colores, obra que recoge las características de los pueblos y su gente, basado en sus viajes y de sus contactos con la gente que conoció.
De sus antologías se recuerdan Tiempo de contar (1954), Moscas, árboles y hombres (1973), La creación del Nuevo Mundo (1991) y La invención de América mestiza (1996).
En sus últimos libros, la educación tiende a ser el tema central. Educar para Venezuela plantea los problemas más acuciantes de la crisis venezolana. Samuel Robinson, publicado en 1981, narra la vida de ese peculiar educador y viajero que fue Simón Rodríguez.
Entre los numerosos premios que recibió destacan el Premio Nacional de Literatura, en dos ocasiones; el Premio María Moors Cabot; el Premio Cervantes de Periodismo; el Premio Rómulo Gallegos.
El llamado de la política
Cuando decidió ser político, tenía muy poco uso de razón. Eran los días de Juan Vicente Gómez por aquellas tierras de Maracay. El hombre más poderoso de aquel entonces moldeaba los inicios de su vida. Así, la política y sus sinsabores no fueron el tema que Arturo Úslar Pietri tuvo que ficcionar en un cuento, pues muy bien lo supo vivir.
Así lo recordó en conversación con Emilio Figueredo, editor de la revista Venezuela Analítica, y José Luis Revenga, productor del programa de televisión Ciberespacio: “Viví los primeros diez años de mi vida aquí; luego mis padres se fueron a Maracay y entré a vivir en una ‘aldeíta’ mínima, donde estaba el hombre más poderoso de Venezuela y donde desfilaba Venezuela entera para ir a saludar a ese señor. De modo, pues, que era Gómez. Nadie lo llamaba Presidente, menos en las ceremonias oficiales, por supuesto. Pero el trato que le daba todo el mundo era el de General y, cuando se decía El General, ya se sabía que era el General Gómez y más nadie”.
Pero su incursión en la política comenzó a los 33 años, entonces era ministro de Educación del gobierno del general Eleazar López Contreras. En la presidencia de Isaías Medina Angarita, en 1941, Úslar Pietri se convierte en uno de los principales colaboradores, desempeñándose en el Ministerio de Hacienda y luego en el de Relaciones Interiores.
En 1945 un golpe militar derroca a Medina Angarita, y Úslar Pietri decide retirarse de la política pero comienzan sus días de perseguido político. Se refugia en Estados Unidos y aprovecha para ejercer como profesor de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Columbia y a continuar su creación literaria: Hombres y Letras de Venezuela, producto de los cursos universitarios. Más tarde publica De una a otra Venezuela, ensayo donde plantea los grandes males del país.
Regresa a su tierra en 1950, consagrado internacionalmente como cuentista, novelista y ensayista. Recibe el Premio Arístides Rojas, por su novela El Camino del Dorado y dirige el Papel Literario de El Nacional, diario del que sería también su director entre 1969 y 1974 y columnista por más de 50 años.
Arturo Úslar Pietri muere en Caracas el 26 de febrero de 2001, a los 95 años de edad. Y aunque su voz no se escuchará y su talento no derroche nuevas historias, sus ideas, como la de “sembrar el petróleo” –una columna periodística escrita a sus treinta años– y sus planteamientos seguirán vigentes en los grandes debates nacionales.
RIQUEZA TRANSITORIA
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