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sábado, 1 de noviembre de 2008

¡Comporténse!, POR FAVOR


PUBLICADO POR ESTAMPAS
Foto: www.shutterstock.com

Rescatar el legendario Manual de Carreño es la misión que se proponen quienes quieren eliminarles a los venezolanos la fama de maleducados. Este trabajo contiene algunas normas, aún vigentes, de la famosa obra escrita hace 155 años, así como otros modos, más actualizados, de convivir Por Pablo Blanco

"Caramba, pero ya no hay caballeros". "Caballeros sí hay, mi doña, lo que no hay es puesto".

Tener cortesía es añadirle poesía a la vida. Lamentablemente, aquello de que lo cortés no quita lo valiente, a veces, parece no tener ningún efecto en los habitantes de estas tierras. Especialistas en el tema señalan que, en Venezuela, eso que llaman la moral y las buenas costumbres dependen, en muchos casos, del estado de ánimo de quien tenga a bien practicarlas. De acuerdo con lo anterior, las codiciadas "buenas tardes", el "por favor" y las "gracias" serán pronunciados, exclusivamente, si el interlocutor criollo en cuestión está de buenas. En ocasiones, independientemente del contexto social -y nuevamente según lo expuesto por algunos sociólogos y psicólogos sociales-quien insta a tener educación puede ser fácil objeto de burla o, en el mejor de los casos, tildado de tonto o pacato. "Cuando llego a Inmigración en el aeropuerto de Maiquetía, lo primero que me recuerda que estoy en mi país es la mala educación del funcionario que me atiende", comenta una ama de casa que arribó recientemente a Venezuela, después de una larga temporada en Colombia, embelesada -según cuenta- con la gentileza del ciudadano bogotano. "Y es que todo lo que enseñaba el Manual de Carreño se ha perdido", señala, alarmada, Hortensia Orsini, directora de la Escuela de Protocolo y Etiqueta de Caracas, quien, en las líneas que siguen, resume sus conocimientos en materia de buenos modales. Lo propio hace Alida Rodríguez D´Alessandria, profesora de Etiqueta y Protocolo en el Instituto Culinario de Caracas y del Centro de Estudios Gastronómicos (Cega).

LOS MANDAMIENTOS
Según las especialistas consultadas (y también según lo especificado en la web por diversos autores), las reglas del Manual de urbanidad y buenas maneras, de Manuel Antonio Carreño, que cobran cada vez más vigencia en lo contemporáneo son las siguientes:

No morderse las uñas en público. "Yo diría que tampoco en privado", asevera Orsini especificando que el asunto, en este caso, tiene que ver con un principio básico de higiene.

No sentarse con las piernas abiertas. Aplica, sobre todo, para las damas, aunque con el tema de la liberación femenina no hay pautas fijas en materia de posturas y composturas. En todo caso, en la actualidad sigue siendo mal visto.

Fumar en la calle. Es una norma cada vez más vigente, justo en estos tiempos de reivindicación ecológica en los que una gran mayoría de establecimientos y sitios públicos tiene terminantemente prohibido el consumo de nicotina.

No aplicarse maquillaje en la mesa. Es una regla en contra de una costumbre muy usual en las féminas que, actualmente, visitan las ferias de comida de los centros comerciales. Quizás ellas se pregunten el porqué cortar la coquetería después de una buena degustación. El caso es que el hecho es centenario y carente de glamour.

No salir con rollos puestos a la calle. Responde a una cuestión de imagen y se relaciona con la misma norma contenida en el manual que indica mantener una vestimenta cómoda, pero adecuada, dentro del hogar, por aquello de las salidas imprevistas o de emergencia.

No llevar las uñas partidas, sucias o con el esmalte descascarillado. Quizás en Venezuela esta norma esté de más. La guerra de uñas acrílicas y con insólitos decorados hace pensar que ninguna de las muchas féminas que siguen estas tendencias será "sancionada".

No ingerir alimentos ruidosamente. Suena lógico. No obstante, es una medida muchas veces ultrajada en el ámbito local, y hablando de eso...

EN SU SANTO LUGAR
Según Carreño, "la mesa es uno de los lugares donde más clara y prontamente se revela el grado de educación y de cultura de una persona". Es por ello que la cantidad de normas que deben cumplirse a la hora de la comida conforman una suerte de Biblia gastronómica. Orsini y Rodríguez lo reafirman, combinando las instrucciones del autor con nuevas maneras que se estilan, en la contemporaneidad, para degustar con clase y no morir en el intento. "Supongamos que uno quiere dar una cena en honor al maestro José Antonio Abreu por esa maravillosa noticia de que las Orquestas Juveniles de Venezuela ganaron el premio Príncipe de Asturias de este año", comenta Orsini. Entonces:

• "A la hora que los invitados pasan a comer, los señores deben saber que, por norma, le tienen que retirar y luego colocar la silla a la dama que tienen a su derecha, por lo cual las llevarán a la mesa del brazo".

•"Por el llamado criterio protocolar de la estética no pueden sentarse dos mujeres juntas... eso es porque nosotras hablamos mucho (risas). Un par de damas fácilmente puede abstraerse del grupo, lo cual no ocurre tan frecuentemente con dos caballeros y la idea es que todo el mundo se compenetre".

•"Si tenemos una mesa rectangular, el anfitrión del evento debe mirar hacia la puerta de la casa. Esto viene de una vieja norma medieval por la cual el rey necesitaba mirar hacia la entrada del palacio para poder huir si venía el enemigo. En la actualidad se traduce en tener controlada la situación: quién entra, quién sale, qué hace falta", explica Orsini.

• "Una vez que uno se sienta debe abrir la servilleta y colocársela en las piernas. Es la señal de apertura del servicio", agrega Rodríguez. Y Orsini apunta que "una vez que se ha terminado de comer, se deja caer de manera casual, con la mano derecha, sin arrugarla y sin doblarla".

•"El pistoletazo de salida para comer -continúa Orsini- lo da la anfitriona de la casa. Cuando ella hace el amago de empezar a comer es que los comensales pueden seguirla, antes de eso, jamás. Igualmente, nadie debe levantarse hasta que ella no retire la servilleta de su regazo y la coloque, a su derecha, sobre la mesa".

•"Si estás esperando un servicio junto a otras personas, no puedes llegar, inmediatamente, a comer el pan. El que está presidiendo la mesa debe iniciarlo. A menos que él no vaya a comer y diga: "Por favor, si desean empezar a comer, antes de que llegue la orden, pueden hacerlo". El pan debe partirse por la mitad e ingerirse, posteriormente, en trozos pequeños", explica Rodríguez.

•"Las copas siempre deben estar sobre la mesa -continúa Rodríguez. Se supone que el personal, si es profesional, debe reponerte la bebida apenas se termine, pero uno jamás debe levantar la copa para que le sirvan".

•Ambas especialistas recordaron que los cubiertos se utilizan de afuera hacia dentro. Orsini recomendó, a su vez, que los lectores revisaran, en Internet, lo que se conoce como el lenguaje de los cubiertos. Diversos sitios web muestran, de manera sencilla, las formas en las que deben disponerse los cubiertos sobre el plato y el significado que tiene cada una de ellas. En todo caso, uno de los puntos más importantes: no gesticule con los mismos en la mano. No señale a su interlocutor con el tenedor.

NUEVO TESTAMENTO
Un grupo de lectores, que prefirió mantenerse en el anonimato, imploró por nuevas normas de cortesía, que, en línea con lo anterior, se adaptan a estos tiempos. Helas aquí:

• Por favor, si forma parte del público en un espectáculo, apague el celular. "Una vez Gustavo Dudamel detuvo la orquesta en plena ejecución porque en la sala sonó un ringtone. Pareciera que es una norma difícil de implantar en Venezuela".

• Y haga silencio. "Qué cosa tan desagradable tener "comentaristas" sentados cerca de uno en el cine o en el teatro. Es una costumbre que tiene gente de todos los niveles. Hay quien no sólo comenta sino que patea el asiento de adelante para sentirse, literalmente, a sus anchas".

• Practique su aseo personal en casa. "Se ha vuelto común ver hombres sonarse la nariz sin contemplaciones en la vía pública. Ignoro si es que se sienten más viriles al hacerlo, pero es una cosa abominable. Es el mismo caso de la gente que suele escupir, olímpicamente, en la calle o estila extirparse granos de la cara frente al retrovisor de su vehículo. Los ejemplos sobran".

• Sea amable en su trabajo. "En un establecimiento es donde suelen cometerse toda clase de faltas de educación. Hay empleados que estilan sostener conversaciones de índole personal, incluyendo malas palabras, en frente de un cliente que le está completando una orden de comida o cancelando algo en la caja. Eso sin incluir los que ni por error sonríen o dan los buenos días o las gracias".

• Edite sus conversaciones. "Hay cierta tendencia a entrar en detalle, abiertamente, en público, sobre temas que deberían ser privados. Lo dice el Manual de Carreño y estoy de acuerdo: no hay porqué narrar explícitamente, a viva voz, asuntos como intervenciones quirúrgicas, accidentes o necesidades fisiológicas. A menos que nuestro interlocutor sea un médico, un policía o un psiquiatra. A estos ejemplos se les suma el caso de quienes se deleitan detallando sus ingresos económicos o sus aventuras sexuales. Los demás tenemos derecho a no enterarnos nunca de algunos pormenores".

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