sábado, 26 de enero de 2008
Ingrid, aguanta
Publicado por El Nacional
Claudio Nazoa
Este artículo sobre Ingrid Betancourt lo tengo en mente desde diciembre, después de que vi el video de supervivencia entregado por la FARC. No quise escribirlo antes porque estaba en estado de shock ante semejante crueldad. La imagen de Ingrid la tuve presente toda la Navidad. Casi me sentí culpable al pensar que mientras yo celebraba junto a mi familia y amigos, está útil y valiente mujer se deshacía en la selva colombiana.
Aún me persigue la imagen de Ingrid sentada, cual triste y maltratada estatua de bronce, con la mirada fija en el piso como si al menos su alma hubiese escapado de su cuerpo. Sé que no sólo es Ingrid, son muchos los venezolanos y colombianos secuestrados que viven esta inenarrable penuria, pero ella me ha llegado profundamente.
Que alguien explique coherentemente cuál es la diferencia entre el comunismo, el fascismo y el nazismo. Son absolutamente iguales, pero da la impresión de que a muchos les parecen horribles las cárceles de Pinochet y bellas las de Fidel Castro. Que alguien explique coherentemente cuál es la diferencia entre los campos de concentración de la Alemania nazi y los campos de concentración de los comunistas de la Unión Soviética, Corea del Norte o de la FARC.
Es hora de no ser ambiguo ni cínico, es hora de afrontar una realidad cruel. No se pueden seguir justificando acciones contra la vida humana en aras de ideologías. No se puede seguir justificando que existan campos de concentración en pleno siglo XXI.
Que alguien explique coherentemente por qué Fidel Castro es un pobre viejito enfermo y Pinochet o Franco, unos hijos de puta que murieron en sus camas sin pagar la maldad que hicieron.
Lamentablemente, hay que recordar estas reflexiones tantas veces dichas, para jamás justificar los desmanes de la izquierda o de los fascistas.
Que alguien explique coherentemente cuál es la diferencia entre los fascistas camisas negras de Mussolini, que agarraban en la calle a los opositores y los obligaban a beber una botella de aceite de ricino para luego darles una paliza, y las Brigadas de Acción Rápida de Cuba, quienes, vestidos con franelas rojas, apalean a los pocos valientes que tratan de realizar tímidas manifestaciones de oposición.
Pero regresemos a Colombia con su enorme tragedia, con esos secuestrados que duermen encadenados en itinerantes campos de concentración que nada tienen que envidiar a los de Auschwitz.
¿Puede alguien explicar coherentemente con qué derecho se arruina la vida de una persona y una familia inocente en nombre de una ideología? ¿Cómo se puede ser amigo de gente de una crueldad de tal magnitud? Qué lástima todo lo que está ocurriendo con estos secuestrados. Qué dolor tan grande y seguramente horrible, cuando se sepa la verdadera historia del niño Emmanuel.
Los que apoyan o justifican este tipo de acciones deben tener claro que éstos no son los guerrilleros de los años sesenta, quienes, equivocados o no, tipo Che Guevara, Douglas Bravo o Teodoro Petkoff, eran idealistas. Aquí no existen ideales ni ganas de cambiar nada, esto es pura maldad sanguinaria comparable con los grandes crímenes de la historia.
Ingrid, esta noche, levanta la cabeza y mira el estrellado cielo. Cada una de esas luces es el ruego de hombres y mujeres buenos que están esperando por ti, recuerda que hoy, paradójicamente, eres símbolo universal de libertad.
Ingrid, aguanta. Aguanta porque, si un día ya no estás, la raza humana tendrá un serio conflicto con Dios.
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